domingo, 5 de diciembre de 2010

La evaluación educativa frente a los castigos y las recompensas

Qué da mejores resultados en el aprendizaje: ¿el castigo o la recompensa? ¿Qué valor tienen los sistemas de notas escolares, los premios y el pasaje a grados/cursos superiores? ¿Da un resultado positivo el reprender a un alumno? ¿Es preferible ponerle una mala nota?

En primer lugar, trataré la cuestión referente a las recompensas.

El desinterés general por la enseñanza verbal y oral ex cáthedra con toda su monotonía, agravada por la repetición tendiente a hacer retener “de memoria”, hizo indispensable la invención de algo que pudiera estimular a los alumnos a aprender, ya que las clases propiamente dichas no lo lograban.

Así nació el sistema de notas, de los premios y de las medallas. Muchas veces escuchamos en boca de los profesores: “Presten atención para poder aprobar el examen y lograr buenas notas”. Es la frase clásica para estimular a los alumnos.

Los famosos exámenes y notas escolares deberían tan solo servir como instrumentos para verificar el aprendizaje del alumno y la calidad de la enseñanza del profesor; control, este último, reservado exclusivamente al profesor. En caso necesario, los mismos alumnos podrían trazar la curva de progreso con carácter de estímulo individual.

La escuela es uno de los medios para adaptar al individuo a la vida, pero en la vida no se dan notas. Un profesional, sea cual fuere su categoría, no recibe una nota por cada trabajo que realiza. Para los individuos típicos, el propio trabajo es lo que constituye el mejor estímulo y el fin más adecuado, y lo mismo debería ocurrir en la escuela.

La escuela moderna o activa —ACTUAL— logra que el alumno aprenda por el simple placer de aprender, placer causado por la satisfacción de motivaciones personales, tales como el deseo de descubrir novedades, el instinto de conservación, el sentido estético y la voluntad de construir, sin que las notas sean necesarias.

Por otra parte, las notas desarrollan y utilizan sólo un tipo de interés, a saber, la aspiración de ser admirado, de destacarse.

De acuerdo con las experiencias de los psicólogos que estudiaron las leyes del aprendizaje, las emociones desempeñan un papel importante en la manera de aprender.

Algunos tienen como efecto acelerar y estimular la asimilación de nuevos conocimientos o la formación de nuevos hábitos; otros, entre los cuales se cuenta, el miedo, tienen un efecto contrario, es decir, el de inhibir el aprendizaje. Las malas notas o los castigos están, justamente, basados en el miedo, cuando no lo cultivan, creando generaciones de angustiados.

Las malas notas aplicadas sistemáticamente al mismo alumno pueden originarle una neurosis, corresponde al educador escoger entre la frustración o la motivación, es decir, entre el miedo o el estímulo. ¿De qué intereses profundos puede servirse el maestro?

Si se hiciera una estadística de la frecuencia de los castigos y de las recompensas distribuidos por los profesores, se encontraría probablemente que los primeros son proporcionalmente más numerosos que los segundos.

Esto proviene de una concepción errónea de la educación; creer que educar es corregir, mientras que en la actualidad se sabe que es mucho más eficaz estimular a los niños para que trabajen, estudien y hagan el bien en general, que reprenderlos y castigarlos cuando no trabajan o hacen algo mal.

Los castigos desarrollan el temor, la angustia, y muy a menudo aumentan la tentación de hacer el mal, aunque parezca extraño.

Los elogios, las recompensas y los premios representan estímulos poderosos que favorecen el esfuerzo personal y el rendimiento de todos.

También los adultos, acostumbrados desde la infancia a un ambiente en el que predominaban los castigos, enfrentan el trabajo desde este mismo punto de vista y se tratan mutuamente de esta manera. Todos nosotros podemos comprobar que la mayoría de los “reglamentos internos” de la administración pública y privada y de las empresas industriales o comerciales contienen una sistematización de las penalidades que va desde la simple “amonestación” hasta el despido puro y llano del empleado; pero no hay ningún reglamento previsto para el empleado que trabaja bien o que realiza algo fuera de lo común. Las empresas que invirtieron este estado de cosas han obtenido excelentes resultados en el sentido del aumento de la producción general.



REFERENCIA:
Bordas, Ma. (16 de Noviembre de 2010). Castigos/Recompensas vs. Evaluación Educativa. Digital ABC, Edit. Lina SA y MEC Asunción, 2010. Recuperado el 5 de diciembre del 2010 de http://www.abc.com.py/nota/la-evaluacion-educativa-frente-a-los-castigos-y-las-recompensas/

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